Les paso unos fragmentos de Bauman y Derrida sobre algunas de las cosas que estuvimos charlando en clase, creo que pueden aportar para continuar con la discusión.
Cecilia Elizondo
Cecilia Elizondo
" En nuestra época, los hijos son, ante todo y fundamentalmente, un objeto de consumo emocional.
Los objetos de consumo sirven para satisfacer una necesidad, un deseo o las ganas del consumidor. Los hijos también. Los hijos son deseados por las alegrías del placer paternal que se espera que brinden, un tipo de alegría que ningún otro objeto de consumo, por ingenioso o sofisticado que sea, puede ofrecer. Para desconsuelo de los practicantes del consumo, el mercado de bienes y servicos no es capaz de ofrecer sustitutos válidos, si bien ese desconsuelo se ve al menos compensado por la incesante expansión que el mundo del comercio gana con la producción y mantenimiento de los hijos en sí. (...) Por otra parte, en nuestros tiempos, tener hijos es una decisión, y no un accidente, circunstancia que suma ansiedad a la situación. Tener o no tener hijos es probablemente la decisión más estresante y generadora de tensiones a la que uno pueda enfrentarse en el transcurso de su vida. (...) "Armar una familia" es como arrojarse de cabeza en aguas inexploradas de profundidad impredecible. Tener que renunciar o posponer otros seductores placeres consumibles de un atractivo aún no experimentado, un sacrifico en franca contradicción con los hábitos de un prudente consumidor, no es única consecuencia posible.
Tener hijos implica sopesar el bienestar de otro, más débil y dependiente, implica ir en contra de la propia comodidad. La autonomía de nuestras propias preferencias se ve comprometida una y otra vez, año tras año, diaramente. (...) Lo que es más doloroso aún, tener hijos implica aceptar esa dependencia de lealtades divididas por un período de tiempo indefinido, y comprometerse irrevocablemente y con final abierto sin cláusula de "hasta nuevo aviso", un tipo de obligación que va con el gérmen mismo de la moderna política de vida líquida y que la mayoría de las personas evitan celosamente en todo otro aspecto de sus vidas. Despertar a ese compromiso puede ser una experiencia traumática. La depresión posnatal y las crisis maritales (o de pareja) posparto parecen ser dolencias "líquidas modernas" específicas, así como la anorexia, la bulimia e innumerables formas de alegría".
ZYGMUNT BAUMAN "AMOR LÍQUIDO" Cap. "Fuera y dentro de la caja de herramientas de la socialidad" Pág, 64-65.
"Para volver a la cuestión de la familia, siempre habrá un lazo alrededor del nacimiento. Por lo tanto, no se podría borrar el nacimiento, y por consiguiente, entre otras cosas, cierta herencia genética. Pero ¿qué es "nacer"?
Si se lo distingue rigurosamente del origen, el comienzo, la procedencia, etc; el "nacimiento" es acaso todavía una cuestión de porvenir, una cuestión muy nueva. La filosofía está mucho más adiestrada en trabajar las cuestiones del origen, del fin, de la vida y la muerte. Pero la filosofía (y sin duda también, las más de las veces la ciencia, y en todo caso el psicoanálisis), le consagró poca atención "pensante" a aquello que, en el nacimiento, se sustrae a esas categorías.
Usted conoce la supuetsa certeza según la cual siempre se sabe quién es la madre, pero no, con el mismo tipo de seguridad, quién es el padre. La paternidad sería inducida por un juicio, la maternidad comprobada por una percepción. Freud se apoya en y apuesta tranquilamente a esta "evidencia" (la supuesta evidencia de la maternidad, justamente, y la no-evidencia de la paternidad) en su relato del caso de "el Hombre de las ratas", citando Lichtenberg*. De esto deduce que el patriarcado es un progreso de la razón y del juicio racional, un paso más allá de la percepción sensible.
Sin embargo, este esquema, incluso y sobre todo en Freud, me parece más frágil que nunca. Hoy, menos que nunca puede uno estar seguro de que la propia madre es la que uno cree ver pariendo. La madre no es solamente la genitora pues, como el psicoanálisis no es el único que nos lo enseña desde siempre, otra persona puede convertirse en o haber sido "la" madre, una de las madres. Pero lo más difícil de pensar, primero de desear, luego de aceptar, salvo como una monstruosidad, es precisamente eso: más de una madre. Suplementos de madres en una irreductible pluridad".
Si se lo distingue rigurosamente del origen, el comienzo, la procedencia, etc; el "nacimiento" es acaso todavía una cuestión de porvenir, una cuestión muy nueva. La filosofía está mucho más adiestrada en trabajar las cuestiones del origen, del fin, de la vida y la muerte. Pero la filosofía (y sin duda también, las más de las veces la ciencia, y en todo caso el psicoanálisis), le consagró poca atención "pensante" a aquello que, en el nacimiento, se sustrae a esas categorías.
Usted conoce la supuetsa certeza según la cual siempre se sabe quién es la madre, pero no, con el mismo tipo de seguridad, quién es el padre. La paternidad sería inducida por un juicio, la maternidad comprobada por una percepción. Freud se apoya en y apuesta tranquilamente a esta "evidencia" (la supuesta evidencia de la maternidad, justamente, y la no-evidencia de la paternidad) en su relato del caso de "el Hombre de las ratas", citando Lichtenberg*. De esto deduce que el patriarcado es un progreso de la razón y del juicio racional, un paso más allá de la percepción sensible.
Sin embargo, este esquema, incluso y sobre todo en Freud, me parece más frágil que nunca. Hoy, menos que nunca puede uno estar seguro de que la propia madre es la que uno cree ver pariendo. La madre no es solamente la genitora pues, como el psicoanálisis no es el único que nos lo enseña desde siempre, otra persona puede convertirse en o haber sido "la" madre, una de las madres. Pero lo más difícil de pensar, primero de desear, luego de aceptar, salvo como una monstruosidad, es precisamente eso: más de una madre. Suplementos de madres en una irreductible pluridad".
JACQUES DERRIDA ÉLISABETH ROUDINESCO. "Y MAÑANA, QUE..." Cap: "Familias desordenadas" pág 50-51.
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